Desde mi niñez, el silencio fue mi compañero constante debido a mi sordomudez, presentando desafíos significativos en mis interacciones sociales y mi desarrollo académico. Sin embargo, mis padres, con una dedicación inquebrantable, exploraron incansablemente vías para enriquecer mi mundo. Me inculcaron la resiliencia y la perseverancia en la consecución de mis aspiraciones. Hoy, gracias ALNA, continúo mi formación académica con la firme meta de derribar las barreras existentes en el ámbito deportivo para personas sordomudas, aspirando a un futuro de mayor inclusión y oportunidades.